La caminata de la Lluna Plena es la más popular de todas las organizadas por Els Moderats, pero este año ha superado todo lo anterior: ¡más de 500 participantes! Y de todos los colores: mujeres, hombres, muchos niños, (incluso de 4 años o menos), setentones, (no tengo noticia de ningún octogenario), y hasta algún perro.

La concentración de salida, como siempre, en la Zona deportiva .La salida puntual, aunque los que formábamos el furgón de cola y de recogida de señales tuvimos que esperar 10 minutos para dar tiempo a que se incorporaran algunos rezagados. El año pasado no pude hacer la caminata por un ataque de ciática (yo soy uno de los setentones), así que este año me busqué un lugar cómodo en el que no importara el tiempo empleado. Claro que eso me supuso, como al resto del grupo escoba, quedarme sin café tras el bocadillo y, sobre todo, al final, sin sandía. Con lo bien que entra la sandía fresquita al final del recorrido.

Comenzamos subiendo hasta la rotonda de la variante de Corbera 2000 para entrar en el caminito elevado que lleva hacia la Servera. Un eficiente Guardia Municipal nos ayudó regulando la circulación, porque la aglomeración en la rotonda fue de aúpa, con  más de 500 personas entrando de uno en uno en el sendero.

Desde allí, pasando por Can Planas, cogimos el camino de Els Horts de l’Amunt  y, siguiendo el sendero local de La Roca Foradada, nos desviamos por la derecha, subiendo hasta cruzar la carretera de Gelida por la Torre d’en Guillem (de nuevo los municipales ayudándonos) y cruzamos el Camí Ral por el paso inferior. Nos ofrecieron agua en el primer avituallamiento y comenzamos a bajar hacia la urbanización Les Parretes. Después de caminar  por un bosquecillo hasta la urbanización de Bon Repòs, llegamos al segundo avituallamiento. Aquí había cerveza y cola. Unos minutos de charla con Carlos y Rosa y continuamos. De nuevo la ruta no lleva a un sendero entre árboles, pero aquí se trata de pinos y algunos de los derribados por el vendaval de Enero aún están cruzados sobre el camino. No queda más remedio que agacharse para pasar por debajo teniendo cuidado de no hacerse daño. Afortunadamente el equipo de señalización hizo un buen trabajo y los obstáculos eran muy visibles. Claro que, cuantas más señales pusieron más señales tuvimos que quitar.

Después de esto bajamos por unas rústicas escaleras hechas con troncos y entramos en el Camí de la Barca. Discurre paralelo a la Riera de Corbera, la que desemboca en el Llobregat por lado de St. Andreu.  Dejamos el camino y salimos a campo abierto ya cerca de Can Baiona. Allí, los bocadillos, el siéntate donde puedas, los saludos a los conocidos, el ya no hay manzanas, el se ha terminado el café. Pero, bien, la noche es preciosa e invita a hacerse el remolón.

Luego continuar, cruzar la riera, caminar entre las cañas (¡vaya trabajo que hicisteis para abrir el camino!), el chocolatito del último avituallamiento y. la parte más fea de la ruta: subir las escaleras de la Creu Nova y caminar por las calles de Corbera hasta el punto de partida Nos estaban esperando para el sorteo, impacientes, claro, porque tardábamos. Nuestra penitencia fue lo de la sandía  y que no nos tocara ningún premio. Bueno, nos regalaron un bolso de mano.

 Pero nos lo pasamos muy bien. Y el próximo año, mejor.